5/12/15

España: El jurado inclemente en Granada

Por Granada Hoy

Granada Hoy
España

Extractos:

Sentarse en un banquillo de los acusados frente a un jurado popular supone afrontar una más que probable condena. La estadística así lo atestigua. Desde que se creó la figura del jurado popular, en 1995, se han dictado en Andalucía 1.135 sentencias de estos procedimientos, que han acabado con 1.020 condenas y sólo 115 sentencias absolutorias en estos 20 años. Así consta en las estadísticas hechas públicas por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). En ellas se revela que el porcentaje de condenas se sitúa en el 89,9%, lo que demuestra la extraordinaria dureza de estos tribunales compuestos por ciudadanos de la calle. Es la justicia del pueblo. En Granada, el número de procesos de jurado que han aterrizado en estos 20 años en las dos secciones penales de la Audiencia Provincial (Primera y Segunda) ha sido de 143. 

Sobre las dificultades técnicas, procesales, de los casos de jurado, el magistrado José Juan Sáenz Soubrier advierte de que "todo se ralentiza mucho", pues hay que seguir un procedimiento que en sí mismo es complejo, aparte de que también sea especialmente complejo constituir un jurado. "El juicio tiene que ser fundamentalmente didáctico y se impone un ritmo más lento y mucha meticulosidad", señala. Además hay que ir orientando al jurado sobre lo que está viendo y lo que va a ver, lo que provoca que el enjuiciamiento dure varios días en lugar de una mañana

A su juicio, presenta "algunos problemas". El principal es que "en una sociedad cada vez más técnica en todos los aspectos, la presencia de un ciudadano lego en derecho chirría". De hecho, al ciudadano hay que darle "un cursillo acelerado", de escasos minutos, sobre lo que significa interpretar una prueba, efectuar un análisis lógico de una situación y ser capaz de fundamentar un veredicto condenatorio sobre la base de una interpretación de las pruebas para las que muchas veces no están preparados. "Es un inconveniente de primer orden y hay mucho riesgo de que el jurado se equivoque", indica. "Mi experiencia con el jurado —agrega— es que el jurado no es útil cuando el asunto es complejo y no es necesario si el asunto es simple". Y es que, como subraya, el principio in dubio por reo —es decir: en caso de duda, a favor del acusado— puede ser tomado como una válvula de escape ante un jurado que no sabe seguir porque las pruebas le desbordan. El magistrado reconoce que a lo largo de estos años ha habido veredictos injustos y hay, como destaca, sonados ejemplos a nivel nacional. 

De los casos en los que ha actuado como magistrado presidente —en la Audiencia de Granada, como en otras, hay un turno de reparto— recuerda algunos en los que se han podido apreciar algunas circunstancias de exención de la responsabilidad criminal "con mucha generosidad". Está convencido de que el objeto del veredicto es la "pieza fundamental del jurado". Es un puzzle y las piezas tienen que encajar, por lo que un objeto del veredicto mal hecho "necesariamente va a conducir a una sentencia desastrosa". 

En 20 años ha habido muchas anécdotas. El juez recuerda que una vez se agotaron los suplentes porque a dos de los jurados les entró dolor de muelas. "Fue como una epidemia de problemas odontológicos y se pudo resolver in extremis", comenta entre risas, a la vez que considera "muy llamativo" que desde que empezó la crisis "ningún candidato rechaza ser jurado". Como es sabido, ser jurado conlleva una retribución. Antes de la crisis, entre un 40% y un 50% pedía no tener que formar parte. 

Las sentencias de jurado se pueden recurrir ante el TSJA. En la Sala de lo Civil y lo Penal aterrizan todas las apelaciones contra las sentencias emitidas por los tribunales populares en la Comunidad Autónoma. Muchas de ellas han sido resueltas en los últimos 14 años por el magistrado Miguel Pasquau Liaño. "La verdad es que el porcentaje de revocación total o parcial es alto", reconoce, mientras calcula que aproximadamente una tercera parte de las sentencias es revocada en algún punto. Por su mesa pasan unos 35 recursos al año y en lo que más se falla es "la apreciación de circunstancias atenuantes o agravantes".


La justicia inclemente
Por Y. H.-J.M.

Granada Hoy - España
6 de diciembre de 2015

1/11/15

España: El jurado inclemente en Málaga

Por Málaga Hoy

Málaga Hoy
España

Extractos:

Sentarse en un banquillo de los acusados frente a un jurado popular supone afrontar una más que probable condena. La estadística así lo atestigua. Desde que se creó la figura del jurado popular, en 1995, se han tramitado en Málaga 237 procedimientos, que han acabado con 217 condenas en estos veinte años. El porcentaje de sentencias condenatorias se sitúa, por tanto, en el 91,56%, lo que demuestra la extraordinaria dureza de estos tribunales compuestos por ciudadanos de la calle. Es la justicia del pueblo. 

En el periodo 1996-2015 han entrado un total de 237 procedimientos del tribunal del jurado. De ellos, sólo 20 han tenido como resultado sentencia absolutoria. Ocho se corresponden con causas de homicidio, seis de asesinato, dos por incendio forestal, una de allanamiento de morada, otra por falsedad documental y malversación y otras dos más sólo por malversación. 

El año en el que se celebraron más vistas orales con jurado fue 2003, justo el año después de que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía revocara la sentencia condenatoria a Dolores Vázquez por el asesinato de Rocío Wanninkhof. En ese ejercicio la oficina del jurado celebró 22 juicios que acabaron en 18 veredictos de culpabilidad y 4 absoluciones, dos de ellas de asesinato, una de homicidio y la otra de falsedad documental. En 2002 también se registraron un total de 20 procedimientos y todos acabaron con sentencias condenatorias. Sin embargo, en 2004 cayeron a la mitad respecto al ejercicio inmediatamente anterior y por un jurado popular pasaron únicamente 11 causas penales. Un año más tarde siguieron en descenso con sólo 8 juicios y desde entonces este tipo procedimientos no han pasado de más una quincena en cada una de las anualidades. Una caída provocada por la jurisprudencia del Tribunal Supremo tras la anulación del juicio a Dolores Vázquez.


La justicia inclemente
Por Victoria R. Bayona y J. Muñoz

Málaga Hoy
1 de noviembre de 2015

18/10/15

España: Errores del jurado popular

Por La Voz de Galicia

La Voz de Galicia
España

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¿Está capacitado un ciudadano de a pie para juzgar un caso complejo y muy mediatizado de asesinato de unos padres a una hija como el que se juzga estos días en Santiago? El juicio de Asunta ha reabierto el debate sobre la idoneidad del jurado popular, cuestionado desde que se instauró en España en 1995, sobre todo cuando la transcendencia mediática de los casos dificulta encontrar a candidatos neutros, personas que no tengan ya una opinión conformada sobre el caso.

Algunos errores como el de Dolores Vázquez, condenada por un jurado popular por el asesinato de Rocío Waninkhof, y posteriormente absuelta por el Supremo, o la repetición del juicio a José "O Chucán" Carnero, absuelto por un jurado y condenado por otro tras haber confesado el crimen en una entrevista en "La Voz", han puesto en entredicho la profesionalidad de una fórmula judicial que pretende acercar la administración de justicia a los ciudadanos.

Estos son los principales errores de los jurados en los últimos años:

Caso Waninkhof

Dolores Vázquez, 17 meses en la cárcel por un crimen que no cometió. La resolución del caso de Rocío Waninkhof partió de un error. Una tulipa de un coche hallada en el escenario de la muerte de Sonia Carabantes fue enviada por error para su análisis biológico cuando se pretendía que fuese un análisis químico. Este error permitió subsanar otro error, la condena por asesinato que un jurado popular había atribuido años antes a Dolores Vázquez, natural de Betanzos. Los rastros de sangre encontrados permitieron relacionar a Tony King con ambos crímenes.

Dolores Vázquez fue detenida por el asesinato de Rocío Waninkhof, cuyo cadáver fue hallado en noviembre del 1999 en una urbanización marbellí. El veredicto de culpabilidad del jurado que examinó las pruebas determinó, en septiembre del 2001, la condena a 15 años de prisión. Cumplió 17 meses en la cárcel. Fue excarcelada porque la inconsistencia de las pruebas llevó al Tribunal Superior de Andalucía, primero, y al Supremo, luego, a revisar la condena y decretar un nuevo juicio, que iba a celebrarse meses después con un jurado distinto. No se celebró porque el británico Tony Alexander King acabó siendo el único acusado en el asesinato de la joven malagueña.

Dolores Vázquez espera aún una indemnización por los 17 meses que pasó en la cárcel. El tribunal Supremo denegó hace unos meses los 4 millones de euros que reclamaba la defensa porque considera que «la legislación elegida como base para pedir la compensación fue errónea».

El asesinato de Sober

José Carnero, primero absuelto por un jurado, y luego condenado por otro. José Carnero, conocido como O Chucán, es otro de los acusados que ha hecho tambalear la capacidad de los jurados populares. Llevaba tres años en prisión preventiva por el asesinato de una trabajadora de un club de alterne cuando fue juzgado por un jurado popular. Era enero de 2011. Los integrantes del jurado lo declararon inocente porque las acusaciones no fueron capaces de presentar pruebas contundentes en las dos sesiones que tuvieron lugar en la Audiencia Provincial de Lugo. Al jurado no le bastó una camisa de O Chucán con restos de su ADN y sangre de ella. Tampoco el hacha y la maza que también tenían sangre de ella en los mangos.

Unos días después de salir de prisión, José Carnero se autoinculpó del crimen en una entrevista realizada por "La Voz":

-«¿Qué le parece que pasó aquí, entonces?», preguntó el periodista de "La Voz".

-«Que yo la maté. La llevé a casa... y después la maté», contestó José Carnero.

El juicio se anuló y Carnero fue juzgado en noviembre del 2012 por segunda vez por la muerte de Pilar Palacios. O Chucán volvió a negarlo todo pero en esta ocasión el jurado popular lo consideró culpable y la sentencia del tribunal lo condenó a diez años de prisión.

El crimen de los gais

Dos jurados, dos sentencias. Jacobo Piñeiro alias Kiyo, fue condenado a 58 años de cárcel por el doble asesinato de los jóvenes homosexuales Isaac Pérez Triviño y Julio Anderson Luciano, ocurrido en Vigo el 13 de julio del 2006. Les asestó 57 puñaladas e incendió el piso. Un año antes había sido absuelto del doble asesinato por otro jurado popular, al entender que había actuado en legítima defensa y por un miedo insuperable a ser violado. Se le condenó en ese momento a 20 años de cárcel, pero sólo por el incendio. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) y el Supremo anularon este veredicto por «ilógico» y ordenaron repetir el juicio. El 24 de septiembre del 2010 un segundo jurado popular lo declaró culpable de doble asesinato y del incendio posterior del piso.


Errores y aciertos del jurado popular
Por Antía Urgorri

La Voz de Galicia
18 de octubre de 2015

7/10/15

España: A Dolores Vázquez la condenaron... y se equivocaron

Por Las Provincias

Publicación Las Provincias.es
España

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Encontrar a nueve ciudadanos 'aptos' para juzgar a los padres de Asunta obligó a retrasar la vista tres meses. Cobran 67 euros al día y les preguntan cosas tan desconcertantes como si fuman o qué películas ven. A Dolores Vázquez la condenaron... y se equivocaron.

«Nos llevaban en taxi al hotel y en una semana no vi a la familia. No era un caso fácil, no le pillaron con las manos en la masa, había más versiones. Yo voté 'culpable' convencido», relata Rubén, que fue jurado en un asesinato.

"Estoy condenada". Se lo dijo Dolores Vázquez a su abogado entre dientes cuando cruzó sus ojos con los del jurado, nueve ciudadanos sentados a siete metros. Y a él también le pareció que "no había esperanza". "Me encontré con bustos de granito. No tomaron una sola nota durante el juicio, no reaccionaban, como si les diera igual lo que les dijera. La campaña mediática la había presentado como un adefesio, una asesina sanguinaria, y los miembros del tribunal ya tenían la decisión tomada". No todos. Dos la declararon ‘no culpable’, pero los otros siete creyeron que había asesinado a Rocío Wanninkhof, la joven de 19 años que apareció muerta el 9 de octubre de 1999 cerca de Mijas (Málaga). Se necesitan siete votos para declarar la culpabilidad y solo cinco para la absolución. A Dolores la condenaron a 15 años y un día de prisión y a pagar una indemnización de 18 millones de pesetas sin haber cometido ningún delito. Pasó 519 días en prisión.

Este error puso en cuestión la figura del jurado popular, presente en la legislación desde 1995 —aunque se ha utilizado de forma intermitente desde 1820— y utilizada en los casos de asesinato, homicidio, cohecho, malversación de caudales públicos, allanamiento de morada, amenazas... En estos veinte años, los españoles han enjuiciado 10.500 causas: el 89,2% han sido sentencias condenatorias, algunas tan mediáticas como la de José Bretón, que cumple 40 años de cárcel por matar a sus dos hijos, y se han recurrido el 22%. También han dejado sin tacha a otros, como al ex-presidente de la Generalitat valenciana Francisco Camps, absuelto con cinco votos a favor y cuatro en contra de un presunto cohecho. Próximamente, ciudadanos de a pie juzgarán a Sergio Morate, acusado del doble crimen de Cuenca.

La creencia generalizada es que lo hizo él. Y lo mismo sucede con Rosario Porto y Alfonso Basterra, sentados en el banquillo por el asesinato de su hija Asunta, la niña de origen chino que adoptaron y que apareció asfixiada hace dos años en una pista forestal de Teo (Galicia). La causa iba a celebrarse en junio, pero no se pudo formar el jurado porque la mayoría se excusó: están exentos los mayores de 65, los residentes en el extranjero, los militares, quienes tengan relación con las partes o importantes cargas familiares... Este martes, después de los cuatro descartes que hicieron los abogados defensores (tres) y la fiscalía (uno), encontraron por fin a once personas (dos suplentes) con el perfil adecuado: mayores de edad, saben leer escribir y, teóricamente, ni arrastran prejuicios ni están contaminados.

De esto se aseguran las partes con un cuestionario previo. Les interrogan sobre cosas de lo más desconcertantes, desde si fuman o se echan la siesta (se lo preguntaron a los que fallaron a favor de Camps, presuponiendo que quienes pegan una cabezada tienen "cierto estatus y podrían ser favorables al procesado") hasta qué libros leen. Juan Carlos Navarro, abogado de Francisco Correa, imputado en la Gürtell, ha asistido a ochenta juicios con ‘civiles’, solo dos como acusación. "Yo les planteo siempre si aceptarían la pena de muerte o la cadena perpetua. Si dicen que sí les aparto: tienen un claro perfil condenatorio y no me conviene. Si mi cliente está acusado de allanamiento de morada, por ejemplo, les tanteo para ver si están de acuerdo con que la ley permita disparar contra los intrusos, como sucede en Italia. Y cuando necesito gente observadora en el jurado les digo lo siguiente: ‘Sale usted a la calle y ve el suelo mojado. ¿Piensa que ha llovido o que alguien ha podido tirar un cubo?’. Los que alegan lo del cubo suelen ser más observadores que los que se conforman con lo que a simple vista parece más lógico. También hablamos de las películas de juicios, de si se identifican más con el abogado defensor o con el fiscal, de cuál era su personaje favorito de la serie de televisión ‘Policías’...".

A cuestiones similares han respondido los ciudadanos que juzgan a los padres de Asunta. Cobran 67 euros diarios por esta labor, más dietas (18,70 euros por cada comida principal), desplazamientos en vehículo privado (0,19 por kilómetros de coche y 0,078 de moto) y transporte público (taxis no), lo que engorda el coste. Un juicio con magistrado sale por unos 1.300 euros, pero el de Camps se disparó hasta los 30.000 (duró 29 días). Más caro habría sido si llegan a permanecer aislados durante el proceso. Normalmente no es así y sólo se incomunica al tribunal cuando tiene que emitir el veredicto, tarde horas o días (se les paga el hotel). Durante ese tiempo, no pueden usar el móvil, leer periódicos ni ver la televisión. Una burbuja sin fisuras, porque hasta les acompañan al baño. "Les llevan al hotel custodiados, como si fueran reos en una película americana", cuenta Pedro Apalategui, letrado de Dolores Vázquez. En su caso, el Supremo ordenó repetir el juicio, pero no se celebró porque antes encontraron al culpable: el británico Tony King. Apalategui había pedido recluir al jurado, aunque se lo denegaron. "Tengo la absoluta convicción de que un magistrado la hubiera absuelto por falta de pruebas. Pero esas personas iban a casa y veían en la tele a la madre de Rocío...". A Dolores también la veían a diario en la sala, con las esposas puestas. "Cuando nos enfrentamos a una persona esposada automáticamente pensamos: ‘¡Qué habrá hecho!’. La opción de que no haya hecho nada de repente ya no existe", alerta Ángeles Esteban, doctora en Psicología y Criminología. Y a propósito del caso de Asunta, hace una advertencia. "Cuando ocurre algo malo tendemos a buscar un por qué, un culpable, más si la víctima es un niño. En la justicia hay un dicho, ‘antes un culpable en la calle que un inocente en la cárcel’, pero en la sociedad la tendencia es más bien la contraria, aunque nos sigue costando mandar a alguien a prisión".

Con estos precedentes, ¿hay garantías de un juicio justo para los padres de Asunta? La respuesta va por barrios. "Es imposible que esas personas no hayan comentado el asesinato en el café o hayan leído el periódico. El jurado popular es una solemne tontería, un disparate. En otros siglos, cuando no había jueces imparciales o la justicia la impartía el rey, era necesario, pero hoy está obsoleto", critica Conrado Gallardo, presidente del Foro Judicial Independiente.

En la mayoría de los procesos bastan 10 ó 15 preguntas, pero en el caso del etarra Mikel Otegi, acusado de matar a dos ertzainas con una escopeta en 1997, el jurado tuvo que responder a 98 cuestiones. Finalmente, le absolvieron, lo que echó por tierra su credibilidad. El Gobierno vasco hizo una encuesta posterior: el 82% de los encuestados calificó de injusta la sentencia y el 60% pensaba que el jurado tuvo miedo a represalias. Otegi aprovechó para huir e integrarse en un comando de ETA, pero en 2003 fue detenido, el proceso se repitió y fue condenado a 34 años. "El contexto socio político era el que era", concede un abogado, que prefiere mantener el anonimato.

En un juicio con tribunal no solo está sometido a examen el que se sienta en el banquillo. "Ser jurado popular provoca mucho estrés e implica una carga emocional fuerte. A veces son homicidios y las penas son muy altas. No todas las personas están preparadas. A alguien con depresión o desajuste emocional le va a provocar desasosiego y aumentar su desequilibrio", alerta la doctora Esteban.

Porque toda la responsabilidad es de ellos. No como en Europa, donde se ha adoptado el sistema escabinado, compuesto por ciudadanos y jueces y en el que los magistrados llevan el peso de la deliberación. España copió el modelo anglosajón, aunque lo modificó añadiendo las preguntas que el juez dirige al tribunal para ayudarles a determinar el veredicto, que deberá estar motivado. "Cada persona, por orden alfabético, lee en voz alta su decisión. Nadie se puede abstener porque acarrea multa y si persiste se le pueden exigir responsabilidades penales", explica el catedrático Antonio María Lorca. Determinada la culpabilidad o la no culpabilidad (no se utiliza el término ‘inocente’, sino ‘no culpable’), el juez impone la pena. "Está vinculado a lo que diga el jurado, sí o sí. Y si no piensa igual, se tiene que aguantar su criterio".

A Rosario Porto y a Alfonso Basterra les juzgan cinco mujeres y cuatro hombres, una casi paridad que a simple vista no dice nada a favor ni en contra. Pero un análisis de las edades, profesiones, experiencias previas... da algunas pistas. "Una vez defendí a un ruso acusado de matar a una pareja. Pedían 47 ó 48 años de cárcel. Era un chaval con buena presencia, daba pena... Había mujeres mayores en el jurado y me vino bien porque le veían desde el punto de vista de una madre. Una treintañera le habría visto de otra forma", reconoce Juan Carlos Navarro, que pone el acento también en el buen hacer del abogado. "Yo quería desmontar el testimonio de un testigo que juraba que había visto que mi cliente llevaba un arma. Compré una pistola de juguete y me la guardé donde se supone que la llevaba él. El testigo no la vio y cuando la saqué quedó impactado. Otra cosa que hago mucho cuando alguien da detalles excesivos y sé que miente es pedirle al jurado que se tape el reloj con la mano: ‘¿Su reloj es de números romanos o de números naturales?’, pregunto. La mayoría no lo sabe y con eso demuestro que es raro que una persona en una situación cotidiana pueda retener tantísimos detalles. Esos experimentos se pueden hacer con un tribunal popular, pero un magistrado igual te dice: ‘¿Dónde vas, chalado?’".

Eso es precisamente lo que reprochan algunos jueces, el "numerito". "Los abogados tienden a sobreactuar para impresionar al jurado, como si fuera una película americana a la española". Lo hacen los defensores y los fiscales. "Sistemáticamente recuerdan que ellos son funcionarios y que nosotros cobramos por defender a los acusados. Nos presentan como mercenarios", se queja el letrado de Dolores Vázquez, con quien le une aún una relación de amistad (ella vive en Reino Unido).

Compartieron bancada en la sala y los dos sufrieron una brutal presión mediática. "Psicológicamente ella acabó muy mal. Y yo he desarrollado aversión a que me fotografíen". Los abogados de Rosario Porto y Alfonso Basterra también están en los papeles... todos los días. Durante todo el mes.


Da miedo mandar a alguien a la cárcel
Por Yolanda Veiga

Las Provincias
7 de octubre de 2015

24/5/15

Nicaragua: El juicio por jurados va desapareciendo

Por La Prensa

La Prensa
(Managua - Nicaragua)

Extractos:

En la Sala 6 del nuevo edificio del poder judicial ingresan ocho personas. Se sientan y ya se ven cansadas. A la izquierda, uno de ellos bosteza. En frente de él otro parpadea repetidamente evadiendo el ceño. En la tercera fila dos mujeres cruzan sus brazos y apoyan de distinta forma la barbilla contra sus manos. Parecen enojadas, aburridas, impacientes. Mientras la juez les explica los requerimientos que se necesitan para elegir y conformar el jurado, una de ellas interrumpe: “¡Estamos aquí desde las 10:00 de la mañana y ya son las 12:00 (…)”, escucha Adela Cardoza, juez Segunda Distrito Penal.

Cardoza les explica que el proceso no es algo que tenga un tiempo definido, que es como ir al hospital y esperar que un médico atienda por diez minutos a cada paciente. Que depende de los hallazgos de cada uno el tiempo que se vaya a tardar. Que algunas declaraciones son breves y otras largas. Que unos juicios tienen más testigos que otros. Que esto, lo otro y aquello.

Nosotros no quisiéramos causar estas incomodidades. Cada caso es relevante y tiene una complejidad distinta. Pero la Ley señala sanciones para los empleadores que no permitan o deduzcan de su salario a sus empleados que sean citados como jurados, sean electos o no y hasta por 1,900 córdobas. Con gusto les daremos constancias si lo estiman necesario”, replica la juez amable y pausada.

El año pasado 17,022 personas, iguales a estas ocho, decidieron atender la citatoria judicial para integrar un jurado, según Roberto Larios, jefe de Relaciones Públicas del poder judicial. Esta cantidad de personas estuvo presente en 2,837 juicios.

En lo que va de este año 4,674 pobladores comunes han tenido en sus manos el destino de cientos de hombres y mujeres acusadas en los juzgados.

La cifra parece gigante, sin embargo, estos juicios por Tribunales de Jurado, también conocidos como Jurados de Conciencia, corresponden a nada más el diez por ciento de los procesos que se evalúan en el Complejo Judicial de Managua, explica Silva Pedroza.

En esta sala, un miércoles a mediodía, las ocho personas más o menos calmadas después de escuchar a la juez no tienen más remedio que esperar que se dé la conformación del jurado.

En este quedarán nada más cinco titulares y un suplente. Uno de ellos será el portavoz que después de escuchar todas las declaraciones y testimonios, dirigirá la deliberación en una sala privada y luego se encargará de comunicar el veredicto.

El poder de juzgar

El día que llegó la citatoria la leyó y sonrió. Ya había escuchado que “cualquier persona” podía ser electa como jurado. No le dio tanta importancia a la advertencia que decía “de no presentarse se hará uso de la fuerza pública.

“Nunca lo hacen, yo fui por curiosidad”, asegura Sandra Ganoa (seudónimo), quien dictó libertad a un reo acusado de robo con intimidación “o una cosa así”, allá por el 2010. Más o menos.

Yo siempre he dicho: si cometiera un delito pediría a un Jurado de Conciencia, porque sé que tendría más posibilidades de salir libre”, sostiene Sandra, quien considera la conformación de jurados “más que nada” como una pérdida de tiempo.

Confiesa que en ese breve espacio que duró la deliberación, 5 o 7 minutos, sintió algo de poder. “Pero fue un juicio rápido, la víctima se había arrepentido de seguir con el proceso. Parecía asustado y dijo que ni siquiera reconocía al acusado, quien ya tenía dos meses de estar en prisión preventiva”, cuenta Sandra.

Después de la negación del testimonio de la víctima, se dieron los alegatos finales. La abogada defensora insistía en algo llamado “duda razonable”, recuerda Sandra. Mientras que la fiscal explicaba que la víctima podría estar bajo amenaza o coacción.

“Hablamos, recuerdo que hablé, aunque no recuerdo qué dije. Pero no había testigos y no había nadie que lo acusara, todos parecíamos estar de acuerdo”, narra Sandra.

“En realidad yo no sé si el acusado era culpable o no, lo vi una vez en el estadio y solo pensé: ‘ah ese es el tipo’. Solo sé que si me volvieran a llamar no iría, porque ya sé lo que es y creo que no sirve”, menciona Sandra, quien aún espera el pago de 438 córdobas que se le asigna a cada ciudadano que participa en juicios como jurado.

Una figura en extinción

Es bastante difícil integrar a un Tribunal de Jurado, porque las personas poco comparecen al llamado que se les hace.

Desde ese punto de vista, según Silva Pedroza, un Jurado de Conciencia más bien causa atrasos porque si el acusado no renuncia a ese derecho y luego no se puede integrar el jurado, entonces el juicio no se puede iniciar.

“Esto sin contar con el gasto que se incurre y el hecho que los jurados no están conscientes de ese papel y de lo que significa, muchas veces lo que se aprecia es que el jurado se dedica a dar amnistías e indulgencias y no se remiten a la pruebas y a veces el jurado dice ‘no pobrecito’ y entonces lo perdonan”, dice.

“Con todas las excepciones la aplicación para Jurados de Conciencia son solamente diez por ciento”, reitera el juez. Entre ellos el asesinato.

Se va reduciendo la función de los jurados a una cantidad ya mínima, “entonces el principio de la constitución que da derecho a ser juzgado por jurado ya va desapareciendo”, considera.


Jueces por un día
Por Mónica García Peralta

La Prensa - Nicaragua
24 de mayo de 2015

23/5/15

España: Una de cada cinco sentencias de jurado popular son revocadas por el Supremo

Por La Voz de Galicia

La Voz de Galicia
Galicia - España

Extractos:

Salvando las distancias, Francisco Camps, Jaume Matas, Lluis Corominas, Dolores Vázquez o José Bretón tienen algo en común. Son algunos de los 5.500 acusados que han pasado por el veredicto de un jurado popular desde que volvió a instaurarse, el 22 de mayo de 1995. Entonces era ministro de Justicia, el socialista Juan Alberto Belloch, quien encargó al magistrado del Supremo Luciano Varela el borrador del proyecto legal que este viernes cumplió 20 años.

En síntesis, el tribunal del jurado fue creado para acercar la administración de justicia a los ciudadanos. Los requisitos son ser español, mayor de edad, saber leer y escribir y no estar impedido ni aforado. El 15% se excusa tras salir elegido en un sorteo.

En este período el jurado popular se ha consolidado como un elemento más de la Justicia. Aunque desde su creación ha caminado entre dos aguas. Por un lado están los defensores, para los que «la institución ha funcionado bien con los datos en la mano», según Joaquim Bosch, portavoz de Jueces para la Democracia.

Del otro están quienes ponen en duda la profesionalidad del jurado, sobre todo en casos complejos e incluso aquellos marcados por su relevancia mediática, como el caso de los trajes de Camps (fue declarado no culpable de cohecho impropio) o en su momento el juicio a Dolores Vázquez, condenada por el asesinato de la joven Rocío Wanninkhof y luego absuelta por el Supremo.

«El jurado no percibe los aspectos que aprecia el juez. Es imposible que se aparte porque son personas. En ocasiones se enfrentan a asuntos muy técnicos. En el fondo es una lotería», comenta José Cabrejas, penalista zaragozano que ha asistido a tres juicios con jurado popular como defensor. «No me fue mal: una absolución, un condena y un acuerdo», enumera. «Los abogados sabemos los márgenes y previsiones reales de los juicios, y con los jurados es imprevisible. Hay un dicho: si eres culpable que te juzgue un jurado», añade Cabrejas.

Juicios y condenas

La mejor radiografía del tribunal del jurado son los datos. En estos 20 años se han abierto unos 10.000 procedimientos, de los que más de la mitad han acabado en juicio. Una media superior al 89% de las vistas con ciudadanos acaba en condena, un porcentaje superior al de los jueces en procedimientos sumarios (85%) o abreviados (79%).

La fiabilidad de los fallos del jurado popular se mide por la estimación parcial o total de los recursos ante los tribunales profesionales. Pues bien, en los Tribunales Superiores de Justicia se estiman un 27% de las apelaciones, mientras que las casaciones al Supremo se sitúan en el 20%, según los datos del Consejo General del Poder Judicial. Es decir, el alto tribunal revoca en su totalidad una de cada cinco sentencias que dicta el jurado popular y de forma parcial, el 13% del total.

Enlace: Versión On Line 1, 2 y 3

Una de cada cinco sentencias de jurado popular son revocadas por el Supremo
Por Mateo Balín

La Voz de Galicia
24 de mayo de 2015

El Correo.com y Lasprovincias.es
31 de mayo de 2015

25/3/15

El Mundo: Los 5 jurados más estúpidos de la historia

Por Foro Jóvenes

Foro Jóvenes

Debido a los recientes acontecimientos, la gente está de nuevo preguntando si todo esto del "juicio por jurados" no será una porquería. Por un lado, se predica que una de las mayores ventajas de la democracia occidental es el derecho a ser juzgado por un jurado de sus pares. Por otra parte, sus "pares" son un grupo de personas que han perdido el trabajo, o que están generalmente molestos y/o aburridos con el proceso, y que pueden o no estar locos. No es de extrañar que este sistema ande mal. Y es simplemente sorprendente lo mal que va.

Puesto N° 5
Un jurado consulta un tablero ouija por un veredicto

Juego esotérico Ouija

No nos malinterpreten: si los tableros Ouija realmente pudiesen ser usados para consultar a los muertos en la otra vida, serían utilísimos para resolver asesinatos (o al menos para encontrar cadáveres). Pero su validez como una herramienta forense en realidad aun no es reconocida por la ciencia moderna.

Pero no se lo digas a un jurado en el Reino Unido, que estaba teniendo algunos problemas deliberando en el caso de Stephen Young, quien era acusado de asesinar a una pareja como parte de un fraude a la aseguradora en la década de 1990. Como es típico cuando un jurado no puede llegar a un veredicto, el juez los hizo confinar en un cuarto de hotel por la noche para que arreglaran sus mierdas. Pero en algún punto de esa noche, tuvieron una brillante idea y sacaron un tablero Ouija, imaginando que podrían obtener algunas respuestas si sólo le preguntaban a las víctimas del asesinato directamente.

En su defensa (o no), estaban bastante ebrios: el jurado tomó ventaja del componente “todos los gastos pagos” del aislamiento, y las cosas comenzaron a salir mal cuando alguien localizó el gabinete del licor. Y es cierto que 4 de los miembros del jurado estaban absolutamente de acuerdo con invocar a los muertos vía Ouija, pero estaban tan borrachos que probablemente habrían aceptado rezar sobre entrañas de cabra.

De cualquier modo, supuestamente los 4 miembros del jurado se sentaron en la oscuridad con sus manos en una copa volteada y le pidieron asistencia al mundo espiritual. Un fantasma identificándose como Harry Fuller, una de las víctimas de asesinato, guió la copa sobre el tablero Ouija y deletreó las palabras “voten culpable mañana”. ¡Listo!

Claro, cuando la corte descubrió que el veredicto de culpable fue decidido de los resultados de un juego para la fiesta de cumpleaños de un niño de 12 años, despidieron al jurado y comenzaron todo de nuevo, poniendo a Young de nuevo a juicio con las instrucciones explícitas de que los poltergeists sólo iban a ser consultados si han sido juramentados como testigos.

Puesto N° 4
Una miembro del jurado seduce al acusado

Seducción de la jurado al acusado

Obviamente la parte más importante de la selección del jurado es filtrar los favoritismos: si una celebridad va a juicio, no van a poner al presidente de su club de fans en el jurado. Así que ser un buen miembro del jurado significa permanecer imparcial y no dar ninguna apariencia externa de favoritismos. Tal como, digamos, follarse al acusado durante el juicio.

En 1995, el infame gánster canadiense (sí, hay gánsteres canadienses) Peter Gill fue arrestado y en la corte encaró unos cargos muy serios por asesinatos de pandillas y narcotráfico. Después que el caso comenzó, una de las miembros del jurado, Gillian Guess, evidentemente pensó que asesinato y narcotráfico eran totalmente sexys, porque inmediatamente se enganchó con él en un cuarto de hotel.

Ahora, Guess declararía después que pensó que Gill era uno de los abogados, así que probablemente estaba confundida sobre por qué todos los demás en el cuarto parecían enojados con él. Pero aun tras descubrir que el hombre había hecho cosas feas y en realidad era un acusado de asesinato, continuó haciéndole ojitos diariamente a través de fotos de escenas del crimen y apasionados testimonios de testigos, y teniendo sexo con él de noche.

Ni siquiera intentó esconder la aventura, tampoco, contándole a su hermana, a su mejor amigo, y hasta a su hija adolescente que estaba intoxicada por este señor del crimen casado 10 años menor que ella. No es sorprendente, Guess votó para absolverlo, y tras conseguir que el resto del jurado subiese a bordo, Gill caminó libre.

Después que las autoridades descubrieron la aventura, Guess se convirtió en la primera persona acusada de tener sexo con un acusado mientras se sentaba en el jurado, un crimen tan idiota que ni siquiera tenían un nombre para este aun. Su defensa era que simplemente no pensó que esto afectaría su decisión. Desafortunadamente, no pudo encontrar a nadie en su propio jurado para tirarse, así que la enviaron a prisión por 18 meses.

Pero si pensaste que este es el acto sexual más inapropiado en la historia del sistema legal, tenemos un contendiente bastante cercano…

Puesto N° 3
Un jurado excitado por el testimonio de la víctima

Masturbación durante el juicio

No puede haber trabajos mucho más horribles en el sistema legal que ser miembro del jurado en un caso sobre abuso sexual de víctimas menores de edad. Tienes que sentarte allí y escuchar cada detallecito gráfico, incapaz de bloquearte porque, tú sabes, podría todo resultar relevante para el veredicto. Y no fue sorpresa cuando, en un caso de Nueva Zelanda, un miembro del jurado le dijo al juez que había sido perturbado en los detalles, lo que provocó que el juez en un punto enviara al jurado a casa temprano.

Pero ese jurado después confió a sus colegas que, de hecho, el problema era que había sido excitado por los testimonios de las víctimas. ¡Espera, hay más! Porque aunque ya es difícil ver como el hombre pensó que admitir su problema en algún modo iba a terminar bien, no se detuvo allí. Volvió al cuarto del jurado con una seria sesión de “demasiada información” cuando describió como había estado usando un condón en la corte en un intento por hacer frente a la situación. Así… cuando dijo “excitado”, era un tipo de eufemismo.

Otro miembro del jurado, probablemente sintiéndose más que un poco perturbado sobre lo que había estado sucediendo bajo el escritorio mientras trataban de enfocarse en cuestiones legales, llevó el problema al juez, quien decidió que ponerse cachondo por los detalles de un crimen probablemente es un conflicto de interés y rechazó el caso con base de la erección más inapropiada de la historia.

Puesto N° 2
Convertir la deliberación en un estudio de la Biblia

El jurado es tan oscurantista que se vuelve a juzgar con la Biblia

Hay una razón por la que, en cualquier caso de la corte, no se te permite hacer tu propia investigación, aun si es tan inocente como buscar términos legales en Wikipedia durante el juicio (sí, eso sucedió). Como que derrota el propósito: se supone que trabajes sólo con lo que los testigos y abogados te dan. Y sin importar tus antecedentes u opiniones, vas a hacer un juicio puramente según la ley.

Con suerte podrás ver porque fue un problema cuando, en 1994, un jurado de Colorado tratando de decidir si el asesino convicto Robert Harlan debería recibir la pena de muerte se dirigió a la Biblia por una respuesta.

Durante sus deliberaciones, los miembros del jurado comenzaron a llevar el Buen Libro a la corte con ellos y leer algunos pasajes relevantes del Levítico, hasta pasándose extractos impresos, en un intento por imaginar que haría los judíos del Viejo Testamento en esta situación. Desafortunadamente, la corte tiene reglas estrictas sobre usar materiales externos en las deliberaciones del jurado: ya sea un episodio de CSI o la Palabra del Señor, simplemente no está permitido.

Los abogados defensores de Harlan escucharon de la inspiración divina del jurado y exitosamente fueron capaces de dar la vuelta al veredicto que lo condenaba a muerte. Claro, aun tiene por delante una vida en prisión, pero eso es mucho mejor que lo que el Libro del Levítico le habría dado a él (demanda la pena de muerte para todo desde adulterio hasta las palabrotas).

Puesto N° 1
Organizar un torneo de sudoku durante el juicio

El jurado no presta atención al juicio

Ya que la mayoría de las personas obtiene su conocimiento de los juicios por jurado de La Ley y el Orden o A Few Good Men, una cosa de la que no se dan cuenta es que los juicios son aburridos. Alucinantemente aburridos. La mayoría de los juicios duran unas 6 horas al día y pueden continuar por semanas. Así que básicamente estás yendo a clases llamadas “Problemas de Otras Personas”, y no hay Wi-Fi.

En Australia, un juicio criminal en el cual dos hombres estaban encarando sentencias de por vida se extendió por tres meses, con cientos de testigos, y millones de dólares, y difícilmente era un thriller de John Grisham que te deja al borde de tu asiento. Así que el jurado decidió tomar un hobby. A sólo una semana de los argumentos finales, el juez estuvo horrorizado al descubrir que 5 de los miembros del jurado habían estado jugando sudoku todo el tiempo.

Irónicamente, el juez previamente había elogiado al jurado por estar tan atento y tomar copiosas notas. Pero las sospechas surgieron cuando alguien notó que, extrañamente, parecían estar tomando notas verticalmente. Después que la historia real se reveló, el vocero del jurado admitió que su conducta indebida había comenzado simplemente porque el juicio era demasiado aburrido, y que no sólo se dedicaban al juego en sus ratos libres, sino que habían formado un torneo de este y comparaban sus resultados durante sus recesos para almorzar.

No hay ley contra esto, así que sólo agradecieron a los miembros del jurado y los enviaron a casa, y una nueva tanda fue traída para comenzar el costoso calvario de meses de duración de nuevo desde el principio. Pero el problema inspiraría un nuevo grupo de directrices explicando que es inaceptable para un jurado tratar a un juicio como a un viaje en autobús interestatal.



Artículo Original:
5 Stupid Juries That Prove the Justice System Is Broken

Cracked.com
18 de julio de 2013

12/1/15

España: 20 años de retroceso de la justicia penal por culpa del jurado popular

Por La Opinión de Málaga
 
La Opinión de Málaga
España
 
Extractos:
 
El jurado como institución cumple veinte años, dos décadas ya desde que aquel mayo del 95 el legislador alumbrase una norma con el marchamo de los juristas más progresistas del país, veinte años que han dado para muchos procesos –231 en Málaga–, una experiencia de incalculable valor que debería servir a unos y a otros para pensar si es necesaria ya una reforma a fondo o, por el contrario, es mejor seguir así.
 
Hay quien aboga por derogar directamente la norma, porque considera que un jurado que tengan entre sus componentes un importante factor emocional, y que no se ciña sólo a la solidez y contundencia de las pruebas que se practican en el plenario, es un peligro y, de hecho, se han dado casos de personas inocentes que se han pasado una buena temporada a la sombra por la volubilidad y apasionamiento de los ciudadanos en este tipo de asuntos; o, por qué no decirlo, por los juicios paralelos alentados por la prensa e, incluso, por el fuego y la gasolina que han echado los abogados defensores a este tipo de asuntos.
 
Hay expertos que abogan por reducir el catálogo de delitos que pueden someterse a un jurado popular hasta dejarlo prácticamente en el homicidio y el asesinato, porque creen que ilícitos como la malversación de caudales públicos o el cohecho son muy técnicos jurídicamente como para que una persona lega en derecho pueda comprenderlo en toda su naturaleza.
 
Sea como fuere, hay quien prefiere directamente el tribunal profesional, formado por magistrados que llevan años presidiendo juicios y, por tanto, están menos sujetos a variables emocionales que pudieran determinar una sentencia en un sentido u otro.
 
En Málaga es tristemente célebre la barrabasada que se hizo con Dolores Vázquez, una mujer a la que destrozaron la vida acusándola de un crimen que jamás cometió.
 
 
Un debate sobre el jurado
Por José Antonio Sau
 
La Opinión de Málaga
12 de enero de 2015