23/8/14

Australia: Las evidencias macabras aumentan las condenas

Por David Bright

Universidad de Nueva Gales del Sur (University of New South Wales)

Extractos:

Una investigación revela que a los miembros del jurado que se les presenta evidencia espantosa, tales como descripciones o imágenes de tortura o mutilación, son hasta cinco veces más propensos a condenar a un acusado, a comparación de los miembros del jurado que desconocen tal evidencia.

El hallazgo, a partir de dos estudios publicados de juicios simulados, ha ocasionado preocupación a la Comisión de Reforma Legislativa de Australia, pues demuestra que admitir pruebas horripilante puede perjudicar jurados por influir en ellos para tomar decisiones basadas en la emoción o el deseo de castigar a los acusados.

“La información horripilante en la forma de imágenes o descripciones parece influir en las decisiones de los jurados al aumentar el valor incriminatorio que atribuyen a esas pruebas”, dice uno de los autores de la investigación, David Bright, un estudiante de doctorado de la UNSW

“Los resultados de nuestra investigación y de otros investigadores sugieren que la influencia perjudicial de la evidencia espantosa en la toma de decisiones se produce en un nivel inconsciente. Los miembros del jurado parecen no ser conscientes de hasta qué punto son susceptibles de manipulación como consecuencia de la exposición a este tipo de pruebas.

“La introducción de pruebas horripilantes puede influir en el jurado en la toma de decisiones al dañar injustamente el caso de un acusado, por ejemplo, al provocar una respuesta irracional, emocional, o dando una importancia indebida a esta evidencia”.

“Salvaguardas establecidas, tales como direcciones judiciales que los jurados deben ver esas pruebas de una manera tranquila y deliberada probablemente no ofrecen suficiente protección a los acusados”.

En un estudio de 2004, los investigadores hicieron que 68 estudiantes de tercer año de psicología UNSW leyeran una transcripción de un juicio hipotético que implica un acusado de asesinato de su ex esposa. Los participantes fueron asignados a uno de dos condiciones en la evidencia: una espantosa y una no horripilante.

En la versión no horrible, la víctima fue apuñalada en el pecho. La víctima fue “brutalmente torturada” por más de 30 minutos, ya que se hicieron numerosas incisiones a su cuerpo con un instrumento afilado. El rostro de la víctima fue “borrado irreconocible” y se hicieron cortes a casi todas las partes de su cuerpo. Después de su muerte, se hizo un intento de decapitar el cadáver.

Los participantes que apreciaron la evidencia espantosa fueron más del doble de proclives de encontrar al acusado culpable (34,4%) que los participantes que no la apreciaron (13,9%).

Por otro lado, en un estudio de 2006 los investigadores encontraron que los miembros del jurado en simulacros que veían fotografías horripilantes, en comparación con aquellos que no vieron las fotografías, informaron experimentar reacciones emocionales significativamente más intensas, incluyendo una mayor ira contra el acusado.

Además, la tasa de condena fue significativamente mayor entre los miembros del jurado que fueron testigos de la evidencia visual en forma de horripilante (41,2%) o fotografías neutras (38,2%) en comparación con la tasa de convicción entre los que no tienen evidencia fotográfica (8,8%).

El estudio reveló que los jurados simulados que vieron la evidencia fotográfica horripilante atribuyen peso significativamente mayor incriminatoria a las pruebas de cargo que por jurados simulados que no ven ninguna fotografía”, dice el Dr. Goodman-Delahunty.

“Análisis adicionales revelaron que los jurados simulados que veían fotografías horripilantes calificaron las pruebas de cargo como más adecuadas y suficientes para apoyar un veredicto de culpabilidad en comparación con jurados simulados que no veían ninguna fotografía o que veían evidencia fotográfica neutral”.

El estudio concluye que la admisión de evidencia fotográfica horripilante parece aumentar el valor incriminatorio que los jurados atribuyen a la evidencia de la fiscalía, al influir en el estado emocional de los jurados.


David Bright
UNSW (University of New South Wales)
Universidad de Nueva Gales del Sur 
23 de agosto de 2014

2/6/14

Buenos Aires: Nadie quiere el juicio por jurados

Por Agencia NOVA
 
Encuesta que exhibe el rechazo al juicio por jurados

Si algo quedó en claro con la sanción de las leyes de juicio por jurados es que no se trata de una demanda de la población, sino del lobby de determinados grupos afines a las instituciones norteamericanas o con intereses económicos en su implementación (p.ej., la mayoría de sus promotores publican libros sobre las leyes impulsadas). La población ha manifestado su clara oposición al juicio por jurados, lo que se aprecia cada vez que se realiza una encuesta.

Enlace: Versión On Line

Agencia NOVA
2 de Junio de 2014

14/4/14

España: Las debilidades del jurado popular

Por El Comercio.es
  
El Comercio.es - Gijón
 
Extractos:
 
¿Está cualquier ciudadano capacitado para impartir Justicia? Las últimas vistas orales que se han celebrado mediante la modalidad de jurado popular en Gijón no han estado exentas de controversia.
 
La última, la semana pasada durante el juicio por el crimen de la cuadra de Quintueles (Villaviciosa), que sentaba en el banquillo de los acusados a Ángel F. V. por haber disparado a Evaristo Álvarez Pastur con la escopeta de caza apoyada en su pecho. El primer proyectil le «reventó el corazón», tal y como quedó acreditado en el juicio.
 
Los integrantes del jurado popular rebajaron con su veredicto a la mitad la condena solicitada por la fiscalía y por las acusaciones particulares, que lo consideraban autor de un delito de asesinato y pedían para él 16 y 17 años de prisión respectivamente.
 
Los razonamientos que utilizaron en su deliberación los integrantes del jurado popular fueron apabullantes, ya que dieron por probado que el enjuiciado tenía las capacidades volitivas seriamente mermadas por la humillación que le causó saber que su amigo 'Varis' había iniciado una relación sentimental con su excompañera sentimental.
 
Los peritos forenses que le sometieron a examen, en cambio, concluyeron que Ángel F. V. «sabía lo que hacía y era plenamente consciente de su conducta».
 
La víctima «le provocó, le amenazó y le llegó a decir que 'Disparase si tenía huevos', que 'se iba a comer la escopeta'». Apreciaron los miembros del jurado popular las atenuantes de arrebato y de confesión, ya que tras dejar muerto a Evaristo en la cuadra de caballos que le tenía alquilada, se personó en la Comisaría para avisar de que había matado a un hombre. No quiso, sin embargo, ser interrogado por la Policía.
 
Durante el juicio, el jurado, a tenor de la motivación que pusieron por escrito para emitir el veredicto, creyeron más la versión del psiquiatra pagado por el abogado de la defensa que la de los testigos y los peritos judiciales.
 
La familia y la fiscalía recurrirán la condena de siete años y medio que le impuso el magistrado de la Sección Octava de la Audiencia Provincial por el delito de homicidio.
 
Circunstancias similares, esta vez en contra del reo, se dieron en torno al conocido como 'crimen del Carvi'. El procesado por la muerte del hostelero Juan Carlos Roces fue condenado a 18 años de prisión tras someterse a un juicio en 2012 por la modalidad de jurado popular.
 
Poco después, en abril de 2013, el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) fallaba a su favor y decretaba su puesta en libertad inminente. En febrero de 2014, el Tribunal Supremo tuvo la última palabra y confirma la absolución de José Antonio López Llorca.
 
Consideró que el fallo del jurado popular «vulneró el derecho a la presunción de inocencia», esto es, se emitió sin contar con pruebas suficientes que certificaran la autoría del crimen.
 
Juan Carlos Roces murió asesinado el 4 de marzo de 2010 dentro del bar que regentaba en la calle de Ezcurdia, tras recibir 19 puñaladas. Durante todo el procedimiento judicial negó ser el autor de la muerte violenta y achacó las contradicciones en las que había incurrido en su declaración ante la Policía por el miedo a que le «relacionasen en un asunto de drogas».
 
El crimen de la cervecería Carvi ha quedado sin resolver y ha vuelto a poner encima de la mesa las lagunas existentes en la polémica ley del jurado popular, aprobada en 1995 y que permite a ciudadanos participar en la impartición de justicia.
 
El Comercio.es
Olaya Suárez - Gijón
15 de abril de 2014